LA GESTA, LA MESTA Y EL C.S.I
Allá por el mil setecientos se conoce uno de los primeros conflictos entre agricultores y pastores, cuando los agricultores roturaban terrenos para sembrar y los pastores se quejaban de pérdida de terrenos para pasto. Tal fue el conflicto que los agricultores elevaron su venganza hasta el punto que ahorcaron a un pastor ya que estos quemaban sus arados.
Trascurrido los siglos se llegó a un entendimiento entre ambos con la creación de las hermandades de agricultores y ganaderos para ello crearon la figura del guarda de daños, una persona juramentada encargada de vigilar las siembras a los pastores y zonas acotadas y en caso de no resolver o averiguar quién había cometido el daño él debía de pagarlo, pero esto último a veces resultaba imposible por la complejidad de algunos casos y la picardía por parte de los pastores y agricultores.
Trascurrido los años se eliminó lo de guarda de daños y solo quedó el guarda juramentado, ya no tenía que pagar el daño cometido por parte de los pastores aunque no se resolviese el caso.
Fue Pablo Ibáñez (el tío chiquito), hombre hábil para resolver algunos casos, aunque alguno intentara pegársela. Vicente Soriano como buen pastor que era le gustaba dar de comer a su rebaño, ante la proximidad de su majada del corral de la Porterilla con el acotado de la Cuesta en la Dehesa Boyal, un día esperó que entrase la noche para poder meterse con su rebaño en la zona acotada, pero cuando iba a hacerlo ahí estaba el
Tío Chiquito. A Vicente no le quedó otra solución que encerrar sus ovejas en el corral a sí ambos camino abajo se bajaron hasta el pueblo. Unos trescientos metros antes de llegar Vicente fingió una descomposición corporal incitando a Pablo que continuara que no lo esperase, pero Vicente fingió para volverse camino arriba para soltar de nuevo su rebaño y así poder entrar en el terreno acotado. He aquí la sorpresa de Vicente cuando empezaban a entrar las primeras ovejas sobre el terreno cencío. Ahí de nuevo estaba el Tío Chiquito y le dijo:
-¿¡Qué creías que me la ibas a dar!?
Fue Benito Ibáñez en su adolescencia sacado culpable de haber cometido un daño con su rebaño en un sembrado por el guarda Pablo Martínez, pero Benito quiso vengarse y para ello acechó a Pablo cuando este hizo una carga de leña y dejándola bien colocada y hacinada Benito se cago en alto de ella y Pablo nuevamente descubrió al culpable y lo rebautizó de por vida ``con gorila, chimpancé, caga leñas y dos ostias´´.
Miguel Martínez (el tío Miguelón) fue un guarda compresivo con los pastores y dado ayudar algunos en alguna ocasión cuando estos se veían en situación comprometida con sus rebaños como pasar por algún punto estrecho o quedarse de pastor si la situación lo requería. Pero a Vicente ( él Tocha ) le denunció doce ovejas en la Mojonera del entredicho y transcurridos cincuenta años todavía le dura el trauma que le creó.
Pero fue una vaca, la que puso en jaque todo un sistema de vigilancia y guardería. El animal recorría seis kilómetros de ida y seis kilómetros de vuelta para poder comerse las coles en los huertos de los cerrados, cuando el vaquero Blas Soriano afirmaba que era imposible que una vaca de su vacada fuese la culpable ya que todas entraban por la noche en su majada y todas salían por la mañana. El animal puso en marcha una táctica consistente en esperar que el vaquero se durmiera y colocar el cuello lo más rígido posible para que así no sonara el badajo de su cencerro. Tuvieron que recurrir al acecho una vigilancia de espera durante algunos días hasta que apareció una noche en el huerto del mismo amo, la vaca de la tía Asunción.
Joaquín Ibáñez sufrió un daño por parte de los pastores, en su pipirigallo del camino de la Paridera del Pinar y Joaquín se revelara contra la impotencia de no descubrir quién había sido, cuando un día se juntó con Dionisio Gómez y este le echaba más leña al fuego ``qué valor tío Joaquín, se han comido el pipirigallo ¡qué sinvergüencería por parte de los pastores de hoy en día, qué valor!´´. Cuando transcurrido un tiempo se demostró que había sido el mismo Dionisio.
-¡Qué valor!
Francisco Pérez y Fidel Belenchón siendo unos críos fueron sacado como sospechosos de haber cometido un daño en un pedazo de lentejas, cuando fueron llamados acareo por el propietario Cristino Lahuerta y sus padres Vicente Pérez y Fidel Belenchón. Ante la negación de ambos Fidel padre aplicó la mano dura con su hijo a la vez que Vicente Pérez decía `` dale dale que el cantará que mi Francisco no miente´´. Pero todavía está por decir la primera verdad por parte de Francisco y sobre todo la del pedazo de lentejas.
Las patatas se la Fuente Blanca fue uno de los casos que más saliva gastó, quizás por la cantidad de implicados que hubo, aunque nunca se descubrió al culpable. A petición de Leandro Romero como propietario de las patatas, fueron todos los sospechosos convocados a un careo en la Cámara Agraria Local por su presidente, Agustín González y el guarda Patricio Navarro.
José María Gonzalo, José Pérez, Ángel Navarro, Carlos González e Hinginio González en representación de su hijo Eloy fueron los inculpados, pero de todo ello quedó la frase de José María Gonzalo ``esto está claro, esto está entre Carlos y yo y yo no he sido´´.
Por pasar por el ribazón del Rentobar al pedazo de las Tobas, Marino Soriano y yo mismo Ismael Martínez siendo unos zagales fuimos avisados a toque de trompeta desde el Poyal del Calderín por el guarda Patricio Navarro, que habíamos sido pillados en una infracción por lo cual quedamos denunciados . El hombre para ello desarrolló una segunda regla de la relatividad consistente en la longitud del ribazón la anchura de este, la velocidad en que habíamos pasado, la cantidad de ovejas que podían haber mordido en el pipirigallo de la parte de arriba y las patatas de la parte de abajo.
Total: fuimos sancionados a pagar la multa de ciento veinticinco pesetas, es decir un duro por oveja ya que Patricio en su acta puso que habían mordido unas veinticinco ovejas.
Las alegas Montañesas como paraje de nava, es un terreno pobre tanto de pasto como de cultivo, por lo cual transcurrido el verano y entrando en el otoño todavía mengua mas.
En los años ochenta Julián González un adolescente, careaba con su rebaño por esa zona cuando ante su asombro se percato que había invadido un pipirigallo nuevo, un pipirigallo que todavía no había tenido ningún corte. Aquel hecho disgusto a Julián y durante todo el día no hizo otra cosa que pensar y refunfuñar en a quien se le había ocurrido sembrar allí un pipirigallo. Pero aquella misma tarde se encontró con José Pérez , otro pastor que andaba por aquella zona con su rebaño, cuando Julián conto a José lo de su mala suerte con lo que le había ocurrido, alá vez que seguía con su protesta de que a quien se le había ocurrido sembrar allí un pipirigallo. Pero fue José el que le dijo te voy a contar un chiste , entre su tartamudez y su risa socarrona Julián no entendió nada, cuando pregunto ¿ bueno pero que me quiere decir con eso? A la vez que José le contesto – que qué el pipirigallo es mío.
Fue a José Pérez al que le ocurrió un caso curioso por su resultado. Dejando sus ovejas en el sestero de la Pínada del Collado bien acarradas, marcho al pueblo a por su merienda, cuando ya estaba en el pueblo empezó a formarse una tormenta . José regreso lo más rápido posible a sus ovejas, todo esfuerzo fue en vano ya que cuando llego las ovejas se avían ido del sestero y avían invadido el patatar de Fulgencio Gonzalo.
Aquella misma noche José fue a decirle a Fulgencio lo que le había ocurrido, por lo cual él como dueño de las patatas diría el daño que avía, cuando Fulgencio le contesto que en aquel pedazo de patatas todos los años cogía veinticinco sacos , así que las que faltasen ese año él debía de pagar.
Transcurrido el verano y ya levantada la cosecha Fulgencio no decía nada, cuando José tuvo que ir de nuevo hablar con Fulgencio, a decirle que ¿cuánto le tenía que dar por el daño de las patatas?, cuando Fulgencio le contesto , el caso es que este año he cogido treinta sacos.
Ya José con cierta ironía le dijo que entonces esos cinco sacos de diferencia tendría que dar a él.
Estos fueron algunos de los casos que se dieron en la convivencia entre pastores, agricultores y el guarda todos tuvieron un resultado llamativo y por ello hoy se recuerdan , como le paso a fulano, como le ocurrió a mengano y como hizo el tío cual.
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