Nunca animal ninguno, tuvo tan mala fama como las cabras.
En época de guardería todas fueron mal decidas `` la madre
que las parió´´. Algunos incluso en un rebaño de mil ovejas y diez cabras se
escandalizaban y solían decir `` ¡Pero
cuántas cabras llevas!´´ Otros las veían como exterminadoras del monte, que
ignorancia, y resultó que el monte casi
acaba con ellas, pero si es verdad que la cabra tira al monte cuando llega la
hora del parto para sí ocultarse. Otros las ven como destructoras de todo pero
solo tiran la piedra mal puesta o rompen la teja mal colocada.
Han sido estudiadas por la astronomía, como las cabricas del
cielo, y no hay mujer que haya permanecido mucho tiempo al calor de un brasero
o fuego que no le hayan salido cabricas en las piernas. Pero hay de aquel que a
la hora de echar la partida de guiñote pierda con su compañero y entre ambos se
jueguen las cabras al perdedor le tocará pagar lo allí tomado.
En épocas de poco ordenador y poca televisión fueron motivo
de entretenimiento porque ¿Quién en
reuniones familiares o en matanzas de gorrino no jugo a las cabricas? ``Que
vienen tarde y se van temprano la más chiquitica lleva cencerro´´. Y como no,
¿Quién no ha leído o escuchado el cuento de los siete cabritillos?
Góngora decía que cuando pitos flautas que cuando flautas
pitos que la cabra más coja parió el mejor cabrito, pero que otros se pasean
con mil delitos.
Cabra coja no quiere sestero y son los machos cabríos
elegantes y señoriales con su peculiar olor a recendidos en primavera que
Andrés Belenchón en su alusión al tabaco siempre dice que teníamos que fumar lo que se fuman los machos en celo……………
Fueron otras las que por un motivo u otro quedaron en la
memoria. La cabriada del pueblo que en pleno verano y en noche de tormenta
asustadas por los truenos, lluvia y relámpagos no aguantaron en el cobijo de
los pinos y corrieron en busca de su majada. Pero al llegar allí la puerta
estaba cerrada rodearon media manzana buscando cobijo hasta que encontraron una
puerta abierta y resultó que era la casa de la maestras del pueblo la señorita
María José. Allí estuvieron hasta que llegaron los cabreros Arturo y Alejandro
cuando ya no habían dejado títere con cabeza, ni floreros ni macetas y las
paredes todas mojadas
A Lucía Martínez cuando realizaba las tareas del hogar escuchó
ruidos extraños en una habitación del piso de arriba la mujer temerosa subió
haber que es lo que ocurría y se
encontró en la habitación una cabra, el animal al verse reflejado en el espejo
del armario acometía a topetazos con la del frente hasta romper el cristal.
Hubo alguna incluso algo maniática como la cabra de José
María Gonzalo. En su ruta de trashumancia a la altura de la carretera Cuenca Mariana y como si
conociese el código de circulación no quiso rebasar la línea continua de la
carretera. Todos los intentos de los pastores fueron inútiles, ya que el animal
rodeó unos trescientos metros lanzándose al río `` pero no rebasó la línea’’.
Como animal testarudo fue el
ceajo de Monterde . Un choto de
seis meses de vida seleccionado y
adquirido por el ayuntamiento de Guadalaviar en el pueblo de Monterde de Albarracín
para semental de su cabriada, fue capaz
de lanzarse al vacío desde lo alto de un risco con pérdida de su vida de tal de
no ir con las cabras.
Román y Casimiro a la
hora del sestero siendo ellos unos chavales
las utilizaban para labrar con ellas en el paraje de la Poyadilla, pero
claro eso era hasta que su padre, el tío Juanillo, asomaba por allí y con
mimbre en mano les hacía comprender que no eran animales preparados para la
labranza.
Hubo momentos de abandono por parte del cabrero Cayo
González a consecuencia de algún que otro ligue y por lo cual los animales
solían meterse en lo prohibido o en terreno acotado cuando su hermano menor,
Antonino, le reprochaba aquello de`` ¡Los chotos por el Varondillo y tú con las
mozas! ¡La dieé y la dioó!´´
Fue en casa de Marino Soriano cuando uno de sus hijos dio la
voz de alarma que en la cama de una habitación de la casa había alguien o algo
acostado cuando todos corrieron a ver lo que era, resultó que era una cabra
allí acostada. Pero Marino en su ironía y buen dote para contar cuentos decía,
que incluso estaba tapada con mantas y todo.
Alguien tuvo la idea de representar al demonio en forma de
macho cabrío pero seguro que no conocía el dicho de: Si te ves perdio héchate
al cabrío.
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